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El Bocal

Canal Imperial de Aragón

El bocal

Dentro del término municipal de Fontellas podemos encontrar uno de los lugares más bellos y emblemáticos de la Ribera Navarra, El Bocal Real.

Se trata de un paraje muy significativo y representativo de la Navarra sureña que nos presenta en todo su esplendor el típico paisaje de soto de ribera, un enclave que siempre ha estado muy mimado y cuidado, sirviendo como reclamo a multitud de visitantes que se acercan hasta allí para pasar el día.

 

Su origen lo podemos encontrar en el siglo XVI, aunque habrá que esperar dos siglos y medio más para alcanzar el aspecto que hoy en día nos ofrece. Es a finales del XVIII, cuando con la intención de establecer una vía de comunicación fluvial entre Tudela y Zaragoza, se construye una presa y se establece aquí el nacimiento del Canal Imperial de Aragón, siendo entonces rodeado de jardines y sirviendo de transporte de viajeros y mercancías hasta la popularización del ferrocarril.

 

El Palacio de Carlos V, La Capilla de San Carlos de Borromeo, La Casa de las Compuertas, El Laberinto de Carlos, La Posada o El Roble del Bocal con más de 500 años de antigüedad son algunos de los reclamos que nos ofrece este entorno natural con más de cinco siglos de historia.

Historia

Bocal significa presa o azud que se levanta en un río con el fin de desviar su caudal. Cerca de Tudela, siete kilómetros al sur, en el término municipal de Fontellas, nos encontramos la presa que lleva esa denominación.

Según narran las crónicas de aquella época, en 1528, Carlos V rey de España y emperador de Alemania, encargó levantar en el Ebro, a una legua de Tudela, una presa de piedra de sillería, de la que con el consenso de la autoridad aragonesa, derivaría al año siguiente una canal al que llamarían Acequia Imperial.

 

Así mismo se habilitó una vivienda para el que sería el gobernador del canal, que se ubicaría con la casa de compuertas construída junto a la presa. Dicha vivienda es el conocido hoy como Palacio de Carlos V. A este conglomerado se le llamó El Bocal del Rey, siendo Gil Morlanes, el arquitecto aragonés encargado de realizar dicha obra, quién colocó el escudo de armas del Emperador en el frontispicio del palacio.

Palacio de Carlos V

El Palacio de Carlos V presenta dos torres cuadrangulares que lo flanquean, posee en primer lugar un cuerpo de sillería al que acompañan dos más de ladrillo, arqueadas galerías y motivos decorativos de estilo mudéjar completan su presencia. Más de dos siglos después, a finales del XVIII, se añadió una capilla neoclásica y un hermoso jardín circundante.

De más reciente construcción data el poblado que se alzó en el entorno del palacio. Las aguas de la Acequia Imperial tenían como fin irrumpir en Aragón hasta llegar a unirse al río Jalón, pero a penas si dieron para regar las huertas de los municipios navarros de Ribaforada, Buñuel y Cortes, llegando, muy débilmente en ocasiones hasta las localidades aragonesas de Mallén o Gallur.

En la primera mitad del siglo XVIII muchas de las tierras antes puestas en regadío, tuvieron que volver al secano debido a los grandes deterioros que la acequia sufrió a causa de las crecidas del Ebro. En 1770 comenzaron las obras de restauración de la Acequia Imperial a cargo de la Compañía Badin, pero su probada inoperancia, junto a su manifiesto despilfarro del presupuesto, precipitó la resolución del Consejo de Castilla por la que se ordenaba la fulminante paralización de las reformas emprendidas. Ya a finales del XVIII es cuando Carlos III concibe la idea de un ambicioso y fantástico proyecto con el que llevar las aguas del Bocal hasta Zaragoza, habilitando para ello un canal navegable que supuso un fabuloso hito para la época. Nació así el Canal Imperial de Aragón.

La construcción de la nueva presa fue encargada al ingeniero holandés Cornelius Krayenhof que la ubicó unos cientos de metros más al norte de la existente, la de Carlos V.

 

Todo el proyecto fue supervisado por el ilustrado y jesuita aragonés Ramón de Pignatelli, de quien aún se conserva un retrato pintado por el maestro Goya, dándose así el primer paso para una navegación fluvial hacia el Mediterráneo, sueño que acariciara Ochandátegui hacia el Cantábrico.

 

La presa de Pignatelli, como hoy es conocida dentro del recinto del Bocal, presenta una altura de siete metros y 232 de longitud.

El Bocal

Peones, soldados y presos

Soldados de cinco regimientos de Infantería, alrededor de medio millar de presidiarios y 1.500 peones completaban el equipo humano que intervino en su edificación. El Canal Imperial vio correr las aguas del Ebro por su cauce en 1780, aunque no fue hasta diez años después cuando se concluyera el conjunto de la nueva presa, que como la anterior también tendría una casa de compuertas y otras edificaciones complementarias.

Bajo la orden de Pignatelli también se reformó el Palacio de Carlos V añadiendo un conjunto de jardines en su entorno. Por aquel entonces, con la finalidad de abaratar el trasiego de mercancías y así aumentar las posibilidades de la agricultura, se abrieron canales de navegación por toda Europa. De hecho, Pignatelli también recibió el encargo del ensanche del Canal de Tauste, que bordea las tierras de las Bardenas Reales y que discurre paralelo al Canal Imperial.

Francia acababa de unir con barcazas el Mediterráneo y el Atlántico y los sueños de Ochandátegui no parecían tan descabellados cuando se hablaba con toda naturalidad de hacer navegable el Bidasoa. El sueño navegable de Ochandátegui quedó definitivamente en dique seco con la llegada del ferrocarril, la nueva y más barata vía de transporte de mercancías, con lo que el transporte fluvial iría quedando en desuso. Todavía a principios del siglo XX, al de Tauste y al Imperial, se unió el Canal de Lodosa, vecino de los anteriores, pero ya nadie pensaba en singladuras desde Orio hasta Tortosa, sino en la necesidad de poner en regadío las tierras de la Ribera.

El Bocal Hoy

A la entrada de este fabuloso lugar podemos disfrutar del llamado Palacio de Carlos V, edificación construida, poco después de la presa del siglo XVI que luego daría lugar al Canal Imperial de Aragón, como residencia habitual para el gobernador del canal.

 

Este es el punto de partida de un paseo que en plena naturaleza nos llevará hasta el final de El Bocal, disfrutando así de un perfecto día al aire libre.

Bocal_paseo_15

Nada más comenzar nuestra caminata encontraremos el ‘Laberinto Carlos’, un interesante laberinto con más de 1700 metros cuadrados construido con setos, ideal para la diversión de los más pequeños. Es un lugar emblemático, pues desde los años 80 del siglo pasado en que fue levantado, varias generaciones de niños han disfrutado de su intrincado recorrido.


Las cúpulas arbóreas marcarán nuestro camino hasta llegar al poblado del Bocal y a la Casa de Compuertas que fuera edificada junto a la Presa.

El poblado era el lugar de residencia en la época para los trabajadores y técnicos de la presa, que realizaban su trabajo en la Casa de Compuertas, un edificio que se postula como visita obligada en nuestro paseo por el Bocal, ya que a pesar de estar dedicado al desarrollo de un trabajo interior, es digno de admirar en nuestra visita. Así también dentro del enclave residencia que suponía el poblado se podía encontrar una posada que era utilizada por los viajeros que hacían uso del Canal Imperial de Aragón.

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La capilla neoclásica de San Carlos de Borromeo se construyó en honor al santo que le da nombre, y supone otro de los monumentos destacados y recomendables de ver dentro del Bocal. Su fachada principal tiene un bloque central con una puerta neoclásica de piedra, adintelada y con un frontón triangular sobre ménsulas. Encuadran la fachada dos cuerpos laterales, de menos altura, con ventanas adinteladas de piedra.


Destacar como Monumento Natural en nuestra visita el viejo roble de el Bocal que, con una altura de más de 30 metros y unos 500 años de antigüedad, es más que probable se plantara en el inicio de las obras para la Acequia que serviría de cimiento para el Canal Imperial de Aragón.

 

El Bocal, comienzo del Canal Imperial de Aragón, fue declarado bien de interés cultural en el REAL DECRETO 157/2004, de 23 de enero, y en él podemos encontrar un perfecto lugar para el disfrute al aire libre

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